lunes, 1 de septiembre de 2008
El Simple Arte de Bendecir ("bien decir")
Al despertar, bendice tu jornada,
porque está ya desbordando una abundancia
de bienes, que tus bendiciones harán aparecer.
Porque bendecir significa...
reconocer el bien infinito, que forma parte integrante de la trama misma del universo.
Ese bien lo único que espera,
es una seña tuya, para poder manifestarse.
Al cruzarte con la gente por la calle, el auto,
en tu lugar de trabajo, bendice a todos.
La paz de tu bendición será la compañera de su camino, y el aura de su discreto perfume será una luz en su itinerario.
Bendice a los que te encuentres,
derrama tu bendición sobre su salud, su trabajo,
su alegría, su relación con la vida,
con ellos mismos y con los demás.
Bendice a todos en todas las formas imaginables, porque esas bendiciones no sólo
esparcen las semillas de la curación,
sino que algún día brotarán
como otras tantas flores de gozo,
en los espacios áridos de tu propia vida.
Bendice tu ciudad, tus gobernantes
y a todos como los educadores,
enfermeras, barrenderos, sacerdotes y prostitutas.
Cuando alguien te muestre
la menor agresividad, cólera o falta de bondad, responde con una bendición silenciosa.
Bendice totalmente,
sinceramente, gozosamente,
porque esas bendiciones son un escudo,
que los protege de la ignorancia de sus maldades,
y cambia de rumbo la flecha que te han disparado.
Bendecir significa desear y querer incondicionalmente, totalmente y sin reserva alguna, el bien ilimitado para los demás y para los acontecimientos de la vida, haciéndolo aflorar de las fuentes mas profundas y más íntimas de tu ser.
Esto significa venerar y considerar con total admiración,
lo que es siempre un don del Creador,
sean cuales fueren las apariencias.
Quien sea afectado por tu bendición
es un ser privilegiado, consagrado, entero.
Bendecir, significa invocar la protección divina sobre alguien o sobre algo,
pensaren él con profundo reconocimiento.
Significa también llamar a la felicidad
para que venga a él.
Bendecir significa reconocer una belleza omnipresente,
oculta a lo ojos materiales.
Es activar la ley universal de la atracción que, desde el fondo del universo, traerá a vuestra vida exactamente lo que necesitas
en el momento presente para crecer,
avanzar y llenar tu vida de gozo.
Es imposible bendecir y juzgar al mismo tiempo.
Mantén en ti ese deseo de bendecir como una incesante resonancia interior y como una perpetua plegaria silenciosa,
porque de este modo serás de esas personas que son artesanos de la paz.
Y por encima de todo, no te olvides de bendecir a esa persona maravillosa,
absolutamente bella en su verdadera naturaleza
y tan digna de amor,
que eres tú mismo...
Fuente: Se desconoce su autor.
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