ReINgeniería de Vida para Crear Abundancia, Bienestar y Libertad desde Tu Esencia: julio 2008

lunes, 21 de julio de 2008

Ana

Caminaba en la playa,
el mar estaba calmo, la mañana muy fría,
el cielo azul,
y la posibilidad de un nuevo día,
con mis pies en la arena
adelante... mi sombra,
mi sombra solidaria, solitaria,
ella... mi compañera,
veníamos de caminar la Patagonia
del suelo mas austral,
de compartir momentos, de ver lindos paisajes
y fríos monumentos,
los dos, creo... sabíamos de nuestras inquietudes
y nada del destino,
los dos somos lo mismo y a veces...
diferentes,
dependemos del sol para encontrarnos siempre,
queríamos ser parte de la naturaleza,
y de hecho lo somos...
en uno de esos días
de salirnos al viento... escuchamos la voz,
seguro que de alguien que con su pensamiento
trataba de encontrar un corazón abierto,
y si que lo encontró,
"soy Ana (dijo), la de espíritu inquieto,
soy si se les antoja
la espuma de una ola,
la gaviota del mar,
un destello de luna,
alguien con quien contar...
mi nombre de tres letras
puede abrirse en racimos,
y así multiplicar y poder compartir
las cosas que vivimos"
y de pronto el silencio...
el viento... un remolino...,
levanté las solapas de mi abrigo... tranquilo,
mire a mi compañera,
y seguí mi camino…

Autor: Edgardo Pereyra
¡Gracias amigo!

jueves, 17 de julio de 2008

El árbol de los amigos

¡Querida gente!
En estos días de víspera del día del AMIGO en Argentina, quiero compartir con ustedes este texto de José Luis Borges que expresa lo que siento por todas aquellas personitas a quienes siento realmente mis amigos... todos ellos forman parte de mi ser y de mi vida, como digo siempre... sin ellos no soy nadie.
Espero que disfruten estos días en que conmemoramos este sentimiento maravilloso que sucede entre los seres humanos... LA AMISTAD.
Miles de cariños
Ana Cecilia
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Existen personas en nuestras vidas que nos hacen felices por la simple casualidad de haberse cruzado en nuestro camino.

Algunas recorren el camino a nuestro lado, viendo muchas lunas pasar, más otras apenas vemos entre un paso y otro.

A todas las llamamos amigos y hay muchas clases de ellos. Tal vez cada hoja de un árbol caracteriza uno de nuestros amigos. El primero que nace del brote es nuestro amigo papá y nuestra amiga mamá, que nos muestra lo que es la vida.

Después vienen los amigos hermanos, con quienes dividimos nuestro espacio para que puedan florecer como nosotros. Pasamos a conocer a toda la familia de hojas a quienes respetamos y deseamos el bien.

Mas el destino nos presenta a otros amigos, los cuales no sabíamos que irían a cruzarse en nuestro camino. A muchos de ellos los denominamos amigos del alma, de corazón. Son sinceros, son verdaderos. Saben cuando no estamos bien, saben lo que nos hace feliz. Y a veces uno de esos amigos del alma estalla en nuestro corazón y entonces es llamado un amigo enamorado. Ese da brillo a nuestros ojos, música a nuestros labios, saltos a nuestros pies.

Mas también hay de aquellos amigos por un tiempo, tal vez unas vacaciones o unos días o unas horas. Ellos acostumbran a colocar muchas sonrisas en nuestro rostro, durante el tiempo que estamos cerca.

Hablando de cerca, no podemos olvidar a amigos distantes, aquellos que están en la punta de las ramas y que cuando el viento sopla siempre aparecen entre una hoja y otra.

El tiempo pasa, el verano se vá, el otoño se aproxima y perdemos algunas de nuestras hojas, algunas nacen en otro verano y otras permanecen por muchas estaciones. Pero lo que nos deja más felices es que las que cayeron continúan cerca, alimentando nuestra raíz con alegría. Son recuerdos de momentos maravillosos de cuando se cruzaron en nuestro camino.

Te deseo, hoja de mi árbol, paz, amor, salud, suerte y prosperidad. Hoy y siempre... Simplemente porque cada persona que pasa en nuestra vida es única. Siempre deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros. Habrá los que se llevarán mucho, pero no habrá de los que no nos dejaran nada.

Esta es la mayor responsabilidad de nuestra vida y la prueba evidente de que Dos Almas no se encuentran por Casualidad.

Autor: Jorge Luis Borges

Apuramos el paso...

Apuramos el paso.
Apuramos el trato con los demás.
Apuramos el trabajo, la comida, el café.
Apuramos las caricias y las sonrisas.
Vivimos apurados.
Las hojas doradas del Otoño cayeron y no las vimos.

El viento del Invierno dibujó con ellas filigranas
de oro y plata y no nos dimos cuenta.
Los árboles comenzaron a vestirse de verde
y los pájaros ensayaron los primeros trinos
y no los vimos ni escuchamos.

El Verano estalló luego con sus ruidos
y colores y nosotros solo estuvimos sofocados y corriendo...

Pensemos... ¿para qué tanta prisa?
Si todo se va a realizar en su momento justo.
Alguien escribió hace mas de dos mil años:

"En este mundo todo tiene su hora,
hay un momento para todo cuanto ocurre:

Un momento para nacer
y un momento para morir.

Un momento para plantar
y un momento para arrancar lo plantado.

Un momento para matar
y un momento para curar.

Un momento para destruir
y un momento construir.

Un momento para llorar
y un momento para reír.

Un momento para estar de luto
y un momento para estar de fiesta.

Un momento para esparcir piedras
y un momento para recogerlas.

Un momento para abrazarse
y un momento para separarse.

Un momento para intentar
y un momento para desistir.

Un momento para guardar
y un momento para tirar.

Un momento para rasgar
y un momento para coser.

Un momento para callar
y un momento para hablar.

Un momento para el amor
y un momento para el odio.

Un momento para la guerra
y un momento para la Paz."

Como la vida es una sucesión de momentos, tratemos de vivir cada uno de ellos sin apuro,
con tranquilidad.

Escuchando a nuestro prójimo, viéndonos a nosotros mismos en cada uno de ellos; no sea cosa que ellos también pasen corriendo a nuestro lado sin escucharnos.

Vivamos esa cadena de momentos que es nuestra vida, alegres y en paz con los demás y con nosotros mismos.

Tratemos de dar brillo todos los días a los eslabones de la cadena con nuestros actos.

Caminemos despacio y sin pausa, mirando a nuestro alrededor. Admirando y respetando la maravillosa Creación, que es un ejemplo. Sin correr, sin apuro, porque todo tiene su tiempo.


Fuente: Tomado de Vitaminas para el alma

martes, 8 de julio de 2008

Veinticuatro maneras de amar

Cuando a la gente se le habla de que «hay que amarse los unos a los otros» son muchos los que se te quedan mirando y te preguntan: ¿y amar qué es: un calor en el corazón? ¿Cómo se hace eso de amar sobre todo cuando se trata de desconocidos o semiconocidos? ¿"Amar" sontal vez solamente algunos impresionantes gestos heroicos?

24 pequeñas maneras de amar:

- Aprenderse los nombres de la gente que trabaja con nosotros o de los que nos cruzamos en el ascensor y tratarles luego por su nombre.
- Estudiar los gustos ajenos y tratar de complacerles.
- Pensar por principio bien de todo el mundo.
- Tener la manía de hacer el bien sobre todo a los que no se la merecerían teóricamente.
- Sonreír. Sonreír a todas horas. Con ganas o sin ellas.
- Multiplicar el saludo incluso a los semi conocidos.
- Visitar a los enfermos sobre todo si son crónicos.
- Prestar libros aunque te pierdan alguno. Devolverlos tú es un compromiso.
- Hacer favores. Y concederlos antes de que terminen de pedírtelos.
- Olvidar ofensas. Y sonreír especialmente a los ofensores.
- Aguantar a los pesados. No poner cara de vinagre escuchándolos.
- Tratar con antipáticos. Conversar con los sordos sin ponerte nervioso.
- Contestar si te es posible, a todas las cartas.
- Entretener a los niños chiquitines. No pensar que con ellos pierdes el tiempo.
- Animar a los viejos. No engañarles como chiquillos, subrayar todo lo positivo que encuentres en ellos.
- Recordar las fechas de los santos y cumpleaños de los conocidos y amigos.
- Hacer regalos muy pequeños que demuestren el cariño pero no crean obligación de ser compensados con otro regalo.
- Acudir puntualmente a las citas aunque tengas que esperar tú.
- Contarle a la gente cosas buenas que alguien ha dicho de ellos.
- Dar buenas noticias.
- No contradecir por sistema a todos los que hablan con nosotros.
- Exponer nuestras razones en las discusiones pero sin tratar de aplastar.
- Mandar con tono suave. No gritar nunca.
- Corregir de modo que se note que te duele el hacerlo.
La lista podría ser interminable y los ejemplos similares infinitos. Y ya sé que son minucias. Pero con muchos millones de pequeñas minucias como éstas el mundo se haría más habitable.

Autora: Alicia Acuña
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